lunes, 5 de mayo de 2008

Asuntos de la calle en que vivo 1

Jacky siempre quiso ser famosa y en su casa hacia presentaciones después de algunas comidas importantes a donde asistía su familia.
Se ponía a bailar como Marilin Monroe y hacia que unos primos lejanos la cargasen hasta el techo. Daba los giros exactos que le levantaban el vestido blanco que utilizaba en cada baile.
En 17 años Jacky no había logrado un solo choque con la fama. Solo una vez que paseaba por la playa se sentó frente a una filmacion donde hacían un reclame de helados. Y ella miraba a la chica que saboreaba un helado mientras la grababan, y a Jacky se le venían los pelos a la cara de tanto viento y se le cerraban los ojos, y entonces se ponía a pensar en Marilin Monroe, en los primos, en la casa, y en eso de ser famosa.
Justo antes de su cumpleaños sentada en una peluquería, leía una revista donde informaban que actores de la talla de Silvestre Stalone y Cameron Díaz se habían iniciado en la industria pornográfica. Apenas leyó esa noticia se le alumbraron los ojos de felicidad, y tras arduo trabajo se consiguió unos teléfonos a los que llamo para ofrecer sus servicios e iniciarse a la mala. A la del latigazo.
Obtuvo algunas entrevistas, un par de castings en los que habia de demostrar su elasticidad y su amistad con las camaras, y finalmente la aceptaron.
Unos días después de cumplir dieciocho años, Jacky había teñido su cabellera negra de rubio, como el sol. Y habia cambiado el color de labial para acentuar la sonrisa.
Entonces cada mañana la veía salir en ropa ligera con dirección al Mosthell, un hotel de tres estrellas, que era donde se grababa cada escena imperdible en la que Jacky tenia que poner cara de infarto y gritar hasta hacer temblar el subsuelo, y mientras todo eso, pensaba en Silvestre Stalone o en Marilin Monroe para darse un impulsito.