viernes, 28 de diciembre de 2007

Te

Es mentira que te escriba. Solo me arranco un poco de piel para volverla letras. Es mentira que me acuerde del pasado. No tengas miedo. Solo sacudo espesores de mi mente que me hacen recaer sobre el vertigo de aquellos dias. Un denso aroma me atrapa y me desviste. Por un instante revive lo muerto y saltan a la vista depravados mounstros en forma de futuro. Pero todo pasa, como tu, que ya pasaste.

martes, 18 de diciembre de 2007

...

No puedo escribirte alguna carta desde este cuarto que lleva tu nombre, o para ser más precisos, que eres tú. Si vieras como flotas entre el velador y la cama. Un frío seco me acorrala. Cada uno de esos versos que fui pidiendo prestados con el tiempo, ahora se estrellan en las paredes que tienen tu cara. Todo Octubre tuyo, J. Este es otro Octubre, ni siquiera es nuestro Octubre, ese nuestro para siempre, en el que no nos miramos nunca más. Y es que nos vimos.
Yo estoy perdida y oscura, con el papel que no puede descifrarte en manos. Tiemblo como aquella primera vez en la esquina de mi casa. En que tú saliste desde el fondo del parque, como si hubieras estado perdido, y al vernos, nos regalamos todo ese vértigo que después nos lanzo al fuego, y es que éramos fuego.
Me molesta no escribirte ninguna frase interesante, y solo ir aterrizándote con mis palabras de aquel invierno que dejamos inconcluso. Me molesta pensarme de peluquería en peluquería, buscando esos que habíamos nombrado mis cabellos…

lunes, 26 de noviembre de 2007

B.

Bruno despierta en las sabanas perfumadas de sexo. El sol traspasa la ventana y da en el espacio vacío de la cama. Ljubica no esta. No ha dejado rastro alguno más que el olor inyectado en el cuerpo de Bruno.
Como al final de un concierto, ahora Bruno recuerda a Ljubica, rítmica, jadeando en sus oídos. Bruno, taciturno, sospecha: Ljubica toma una ducha. Ljubica desayuna. Ljubica se esconde detrás del closet y sonríe.
Pero Bruno se levanta, aun desnudo, se toma la cabeza, registra las habitaciones y no la encuentra. No esta.
Bruno quisiera patalear como un niño al no verla. Al mirarse, sus pelos del rostro se lo impiden. Solo una distorsión en su cara que simula un abismo se le aparece en el espejo.
Se moja la cara. Se viste. Corre. Salta las escaleras. Del sardinel arranca una Margarita: Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere… no me quiere.
El tallo salta de sus manos...

miércoles, 24 de octubre de 2007

...

Con tu ultima frase nadando en mi memoria a corto plazo. miré al cielo dos veces más, y vi un par de nubes que avanzaban hacia tu lado, hacia la derecha.
Ahora ten, me dijiste. Me pusiste una coca en las manos. Te quise robar una sonrisa: Y ahora nine, Y ahora eight” te dije. Pero la sonrisa te la comiste todita. Te mire de reojo.
Te pusiste boca arriba, pegaste tus manos contra las mías. Yo me deje, porque me moría por tus manos.
Apretamos los ojos y escuchamos juntos, por ultima vez, el sonido que se escapa al abrir una gaseosa. Duro un instante, y de ahí todo fue como un final, con un fin.
Y jure, pero sin jurar, porque fue nada mas que un presagio, que era como nuestra ultima gaseosa juntos, o no, mejor dicho, la ultima vez que abríamos una juntos siendo nosotros esos otros tan cómplices. Esos que doblando la esquina se roseaban una sonrisa.
Y luego me dije que el sonido era hermoso, como casi todo esa tarde lo era. Y tu también. Pero tú eras hermoso como las palomas, como esa paloma que se fue a volar tras una nube para que yo no la viera. O para ya no verme.

lunes, 8 de octubre de 2007

27

Puede creer que muere o que es un muerto.
Le van a dar ganas sinceras de emborracharse,
De fumarse,
O de viajar lejos
Donde no estén todos esos cretinos.

Hay días en que sentirá nauseas, picazón.
Se le llenara el cuerpo de marcas,
Y le quemara el pecho
Y las piernas le temblaran hasta darle miedo.

Lo mejor sería que no tome café.
A menos que lo tome solo, sin nadie acompañándolo
O mejor dicho incomodándolo,
Porque de pronto le van a dar unas ganas tremendas
De estar solo.
Y va a querer reventarle la tacita en la cabeza
A cualquiera.

Va a sudar como un cerdo.
Los pensamientos le van a doler como espinas
Porque las enfermedades van a torturarlo.
Y le van a sacar sangre,
Como gritos mientras lo apalean y lo aplastan.

No va a encontrarle la gracia a nadie, ni a nada.
Y lo que más va a odiar es que alguien lo subestime,
Lo trate bien, o lo quiera salvar del último día de su vida.

Todos esos malditos cretinos
Que le hacen la vida imposible,
Quieren que siga vivo.
Y le harán imposible hasta la muerte.

Entonces, se le hincharan los ojos
Y el cuello, y el puño.
Le latíra el corazón mas rápido todos los días.
Le angustiaran las citas, los problemáticos,
La limpieza, las agendas, el orden, las horas,
Las preguntas, las respuestas, la familia, los relojes,
Las lagrimas. Casi todo.
Y el apetito habrá desaparecido.

Y un día,
Un día se encerrara solo en su habitación,
O se sentara en las vías de un tren,
O falsificara una receta médica.
O saltara desde la ventana de un sexto piso.

sábado, 6 de octubre de 2007


viernes, 5 de octubre de 2007

Cosas que puedes hacer si aun no las hiciste

Hay que abrir siempre una de esas ventanas y poco a poco asomar la cabeza, porque al principio a veces uno no ve nada, pero siempre es bueno intentarlo. Imagínese que luego alguien entrara, y que si no fuera por el reloj, uno no sabría si decir buenos días o buenas noches.

Hay que acariciar con los dedos nuestros propios dedos, y con el índice pasear por los bordes de la mano derecha que reiría entusiasmada, casi eufórica. La mano izquierda se sonrojaría y la verías tonta, tontisima porque las risas de la mano derecha que la emboban, y que le caen como lluvia en tarde de verano.

Hay que lavar los cubiertos. Frotar el tenedor y el cuchillo. Dejar que el agua les caiga por los ojos, por las orejas, por el cuello. Hay que juntarlos. Mezclar sus cuerpos y observar como es que se bañan juntos. Echar a los dos sobre un secador y hacerles creer que es su toalla. Una toalla para dos, por eso el tamaño. Luego guardarlos y esperar que olviden la ducha.

Hay que ponerse las medias. Y para ponérselas tiene que sacárselas. Antes de dormir, una vez tapado, no la piense dos veces. Quíteselas. Quíteselas con los pies. Y déjelas dormir ahí, al lado.
En la mañanita, sin abrir los ojos, tantee. Toque sus piernas, sus pies, sus dedos. Repase los bordes hasta encontrarlas. Y póngaselas. Solo después abra los ojos. Va a ver que distinto es el día.



No hay que mentir
ni hay que mentirse.

miércoles, 3 de octubre de 2007



Tengo las tostadas.

No se porque recuerdo los días en que iba a la tienda, a dos cuadras de mi casa
Caminaba de la mano de alguien, siempre de alguien que medía el doble que yo.
Pedíamos el mejor jamón, el mejor era el jamón del país, con los bordes naranjitas.
Me concentraba en ver como lo rebanaban.
Me acercaba a la vitrina y rebanada por rebanada yo iba contando: 1, 2, 3…
Y los jamones caían uno a uno sobre el papel que el señor de azul después doblaba, como envolviendo un regalito, un detalle de cumpleaños.
Finalmente metía todo en una bolsita transparente. Y yo feliz cargaba la bolsita. Me lo comía en pedacitos, en cuadraditos, decorando mi plato.

Empiezo a comerme las tostadas con mermelada.
Me imagino a las fresas en una suerte de día soleado, una suerte de parque de diversiones. Todas vivitas y coleando. Todas rojas y pecosas en un gran jardín de múltiples especies. Todas en una ronda, de la mano, dando vueltas y ensanchando sus pulmones al aire fresco, desde abajito.
Y ahora todas acá: en el pomo, en las tostadas, entre mis dedos, en la punta de mi lengua, y en mis labios. Todas envueltas y trituradas, sin caras de fresa. Sin respirar.
A veces pienso
Soy yo siempre quien se come a todos.
Ay, seguro existo en un cuento. Un cuento de malvados. La muchacha que se mete todo a la boca.
Y se escuchan los llantos. Pero si las victimas me escucharan, que ni un poquito de maldad en lo que hago.

Fin de la tostada.