martes, 8 de diciembre de 2009

1

Me gustan las peliculas que me dan
insomnio

Tu eres una
pelicula que me da
insomnio

No necesito cafe
ni nada que me de alas

tu ya me das
alas
cafe
insomnio
y una escena de
suspenso


2


Me gustan los aviones que parecen peces
Los aviones que vuelan y asi como asi
en las noticias dicen que hoy han
aterrizado en el agua

(a estas cosas todos sobreviven)




3

Me gusta el vino cuendo vienes, no cuando
me dicen: oye! .....vinó, y yo me tomo
un vino, sin tí porque he llegado tarde
y ya te haz ido.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Final

ya creo en las serpentinas
en el picapica clavado en tu pelo,
de todos los colores.
te creo dandole un abrazo
feliz año nuevo, dices
y yo aca te veo, yendote

sopla el viento tu pelo
y temo que cuando pases
esa puerta, pases tierras,
pases los colores y me dejes
blanco negro.

por eso te veo yendote
y antes que sepas que no voy a detenerte
pienso en serpentinas picapica
burbujas que detienen
que te grite que te quedes
que yo tambien se responderte
feliz año nuevo.

Victoria

Tragica y cortada.
Victoria, por no perder
la paciencia,
Se la quito de encima
una mañana.
Ganandole el puesto
a la muerte
se quito la vida
y fue hallada
como los segundos
de una hora,
en las vias de un tren
Partida.

lunes, 18 de mayo de 2009

caentodaslascosas1

Caen todas las cosas. Caen los carros en las carreteras. Avanzan y la velocidad corre como el tiempo como mis recuerdos tuyos. Y cojo un objeto. Una taza. Un olor. Y le busco tu cara. Y le pongo tu nombre. Y Así es como retrocedo el tiempo.

Cae el silencio en estas pistas mías y tuyas. Caemos en las sopas. Las duchas de agua caliente. Las malas noticias. Los despertadores y el mismo cielo, estampado sobre ese otro cielo atestado de deseos que viajan dentro de estrellas fugaces. Pero es lo que nos toca. Nos toca grises. Luego, caemos en los álbumes de fotos. En todo ese diccionario de cosas que ya me han pasado.

Caigo todos los días por todas partes. Me atrapa un vértigo insondable, mientras le doy vueltas al café con una cucharita. Veo el círculo que se hace. El remolino. Mientras suena el teléfono. Alguien ha muerto, dicen en las noticias. Salgo a la calle y me doy con la noticia de que estamos en invierno. Confirmo que alguien ha muerto.

Veo el cielo y te imagino. Imagino que sales con tu paraguas, muy seguro de que hoy no llueve. Repito tu nombre en mi cabeza hasta que pierde sentido. Hasta que se cae tu cara. Tus huesos. Se cae tu amor. Tu pena. Tu prisa. Tu miedo. Todo pierde sentido y me levanto. Caigo en un carro, en una carretera.

domingo, 22 de febrero de 2009

Atemporal

I

Tu cuerpo.
La tundra.
Ahora que estas en silencio. Esa calle sin salida.
Estas en Setiembre y hacia atrás, todos los días.
Tu cuerpo aún juega a que está muerto.
Al abecedario. Al orden de las cosas. A flores una vez a la semana.

II
Lo que me gusta es como vuelas.
Como prefieres ser presa del aire que del tiempo.
Como me decías, mientras tejías tus alas, algo así como que si algo no puede retroceder tampoco puede avanzar. Por eso corriste para atrás antes de correr para adelante. Por eso te impulsaste y yo me quede mirándote hasta verte color celeste.

III
Laten las piedras.
Ya me di cuenta que en las calles largas, todas las cosas laten.

Todo esta vivo.

No me da miedo volverme piedra.
Desde que te fuiste, volteo a ver los árboles.
Los árboles también voltean.

IV

Cuéntame sobre la otra cara de la luna.
Sobre el centro de la tierra.
Sobre el tráfico de aviones.
Debes saber que siempre que puedo miro a ver si estas.
Miro las nubes.

A veces intento ver 1994 o 1999.
Cualquier año que tenga forma de cielo.
De mar. De otoño por la tarde.
De globo y de helio.

miércoles, 14 de enero de 2009

catarsis

Estoy aquí echado, solo, y miro el techo, mientras me repito que estoy aquí echado en una cama mientras miro el techo. El techo es blanco. Se diagrama un cuadrado gigante sobre mi cabeza, que más me recuerda a una libélula. No se por qué pienso en libélulas y en imágenes desenfocadas en alguna pantalla de cine. Una sonrisa se me escapa hacia la cara y se me clava al borde de los labios. La sonrisa hace conjunto con esas libélulas que se meten por las ventanas y ese sonido intacto, uniforme, igual que mi sonrisa. Un sonido agudo que esta sobre mi cuerpo, que me ha dejado inmóvil. Hay un sonido que se apodera de mí, que me deja la sonrisa estática, y ahora se me caen las lágrimas y el sol se mezcla con las libélulas, con el color morado, con el color blanco, y con mi piel perdida en los bordes de una línea. Mis lágrimas mandan en el tiempo, porque parece que este empieza a retroceder y me acuerdo de todas esas cosas que hacía cuando no estaba solo, inmóvil, echado en la cama, acorralado de tanta felicidad y tanta tristeza al mismo tiempo.
Estoy echado en la cama un día de verano y ya se que nadie va a venir a tocarme la puerta, pero ahora siento mis suelas inquietas y la voz de un niño que soy yo, aunque yo sigo inmóvil con la cara cada vez mas húmeda y encogida. Soy yo que corro nuevamente por el cuarto y ahora si, alguien toca la puerta, alguien que sonríe y me mira y me contempla, alguien a quien también se le caen las lagrimas de saber que camino inquebrantable, de saber que ya no hay vuelta atrás, que no puedo aprender a quedarme sentado, que ya dirijo mis pasos hacia cualquier abismo.
Desaparezco, desaparece el niño. Sigo echado en la cama, se han ido las libélulas, parece que el Sol se ha escondido. Mi cara esta llena de fisuras, de torrentes, de heridas que no van a borrarse. Por primera vez me echo en mi cama y se mezcla mi vida y mi muerte, mi felicidad y mi tristeza, mi respiración y mi selva muerta. Me miro las manos difusas, me miro las manos con miedo porque están cambiando. El techo sigue blanco. Ahora siento un calor bajo mi cuerpo o dentro de mi cuerpo, esta prisión que me jala para adentro. Sigo llorando y pienso en mi sangre, en todos los caminos vitales que me rodean, en mis venas y en mis vísceras. Siento los latidos de mi corazón, siento mis dientes, siento mis ojos.
Pienso en el centro de todo, escucho un sonido que me regresa a cuando ya no era niño, un sonido tieso y pesado, un sonido que me golpea en la cara. Vuelvo hasta algún momento en que era tierra y era espacio y el tiempo solo me aplastaba. Un sonido que me deja en la oscuridad de una tierra dormida, agazapado entre las piedras, escondido y aún feliz porque ningún ser vivo me ha tocado, porque nada me ha sorprendido, porque no se que es atrás ni adelante.
De pronto se hace día y vuelvo. Vuelvo hasta mi cuarto que es donde estoy solo, donde estoy abrazándome, donde estoy con el cuerpo salado. Vuelvo y miro a la izquierda, donde hay un espejo. En el espejo estoy yo y me miro a los ojos. Me miro y sigo siendo el mismo que sonríe y llora a la vez. No puedo calmar ni un segundo. Nada me duele, lloro porque tengo miedo. Porque hay tanto que no entiendo. Porque cada vez entiendo menos. Porque no encuentro respuestas. Porque el tiempo se me acaba. Porque mi mente esta jodida en esta maquina. Sigo perdido. Pienso en la muerte. Pienso en mis vísceras, en el fuego, en el agua, en el resplandor, en las luces de neón y pienso en que estoy despierto y pienso en que estoy dormido.