miércoles, 27 de junio de 2012


Caminaba, no sé si de ida o de regreso. Una niña sentada en un sardinel. En el centro unas flores amarillas. Un niño le da vueltas. El niño dice: Cierra los ojos. La niña, al instante, los cierra. Cierra los ojos hasta que yo te diga- dice el niño, y arranca una florcita amarilla. Con su torpeza, con toda esa belleza que significa ser virgen de toda maldad, le coloca la flor en la cabeza. La niña abre los ojos y ríe. Es una flor en tu cabeza- dice el. Otro niño que ha estado viendo la escena se acerca a una señora vestida de blanco, que es quien lo cuida, y le dice: Cierra los ojos. Dos mamas hablan y hablan. Una dice: No, yo nunca me case. Ninguna dice: Cierra los ojos.

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