martes, 19 de febrero de 2008

18

No puedo ser decente. Llevo los jeans sucios, el mismo polo de siempre, verde y con heridas. Llevo en la mano la cajetilla de cigarros donde guardo los que voy comprando sueltos. Me he fumado tantos que han muerto las matemáticas.
Llevo el pelo atado para que no te pierdas en su rebeldía. Llevo las ojeras del mal de no sueño. Tengo todas las madrugadas encima. Tengo todas las mañanas que no tengo.

18 de febrero de 2008

Me desvío del camino, como siempre. Esta noche no me lleva a tu casa, Paolo. O como quiera que te llames.
He intentado reinventarme el camino, y mira que me he perdido. Se ha hecho noche sin migajas de vuelta. Se han fundido los adversarios en mi garganta. Pero hasta llorar, no lo se hacer.
No creas que no querría montar una escena de mis dedos marcándote el teléfono para que me auxilies. Todo lo olvido Paolo. Como que todo lo recuerdo.

Me intento disolver en cuadros y esculturas de Delfín. Hay caballos. Hay un pez colgando. Acuérdate de mi cuando lo veas. Todos estamos dentro de ese mar de donde atrapan al pez. Hasta nosotros. O nosotros somos los primeros en ser atrapados.

Dan las nueve. Todos los niños siguen jugando. Los bares se están haciendo pedacitos. Se parecen a mí. La música sigue, todo sigue. Que feo es cuando todo sigue. Yo no quiero seguir.

18 de febrero de 2008

La mesa inerte y los periódicos graciosísimos, tanto que nada me da risa.
El café con una de azúcar. Parece que hace frió. Parece que el cine anda lleno. Solo pienso en que quiero llevarte a un circo. Que no podría esperar hasta Julio.

Que desaparezca Julio, seguimos en febrero. Como te dije. Todo como te dije. Serias veintinueve clavos. Yo seria tu cruz. Tu solo andarías a la espera de tu semana santa.

Es 18 de febrero de 2008. Es lunes. Están mis dedos mutilados, cansados de probar espejos. De rendirme ante cualquier bosquejo de lo que puedo encontrar bajo mi puerta mañana en la mañana.

Ya no me llegan cartas del exterior. No me llega la sonrisa de tu cara. No llegan mis veinte años. No vuelven más mis amigos. No caes al borde de mi cama. No me veo en las noticias.

Entonces parto, Paolo. Parto hacia esa puerta que no es la de bienvenida. No hay fuegos artificiales. Es puro fuego del real, que pisoteo. Toda una gran mentira que he colgado en cuadritos frente a mi cama.

Que nadie me aliente. Que nadie me reclame.

Me subo a uno de esos buses que a las diez andan llenos. Que tienen toda la pinta de lo que imagino el infierno. Uno de esos buses en los que muero en mis sueños. Uno de esos buses que van de ida. Solo de ida, Paolo.

18 clavos de 2008.

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