lunes, 8 de octubre de 2007

27

Puede creer que muere o que es un muerto.
Le van a dar ganas sinceras de emborracharse,
De fumarse,
O de viajar lejos
Donde no estén todos esos cretinos.

Hay días en que sentirá nauseas, picazón.
Se le llenara el cuerpo de marcas,
Y le quemara el pecho
Y las piernas le temblaran hasta darle miedo.

Lo mejor sería que no tome café.
A menos que lo tome solo, sin nadie acompañándolo
O mejor dicho incomodándolo,
Porque de pronto le van a dar unas ganas tremendas
De estar solo.
Y va a querer reventarle la tacita en la cabeza
A cualquiera.

Va a sudar como un cerdo.
Los pensamientos le van a doler como espinas
Porque las enfermedades van a torturarlo.
Y le van a sacar sangre,
Como gritos mientras lo apalean y lo aplastan.

No va a encontrarle la gracia a nadie, ni a nada.
Y lo que más va a odiar es que alguien lo subestime,
Lo trate bien, o lo quiera salvar del último día de su vida.

Todos esos malditos cretinos
Que le hacen la vida imposible,
Quieren que siga vivo.
Y le harán imposible hasta la muerte.

Entonces, se le hincharan los ojos
Y el cuello, y el puño.
Le latíra el corazón mas rápido todos los días.
Le angustiaran las citas, los problemáticos,
La limpieza, las agendas, el orden, las horas,
Las preguntas, las respuestas, la familia, los relojes,
Las lagrimas. Casi todo.
Y el apetito habrá desaparecido.

Y un día,
Un día se encerrara solo en su habitación,
O se sentara en las vías de un tren,
O falsificara una receta médica.
O saltara desde la ventana de un sexto piso.

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