viernes, 5 de octubre de 2007

Cosas que puedes hacer si aun no las hiciste

Hay que abrir siempre una de esas ventanas y poco a poco asomar la cabeza, porque al principio a veces uno no ve nada, pero siempre es bueno intentarlo. Imagínese que luego alguien entrara, y que si no fuera por el reloj, uno no sabría si decir buenos días o buenas noches.

Hay que acariciar con los dedos nuestros propios dedos, y con el índice pasear por los bordes de la mano derecha que reiría entusiasmada, casi eufórica. La mano izquierda se sonrojaría y la verías tonta, tontisima porque las risas de la mano derecha que la emboban, y que le caen como lluvia en tarde de verano.

Hay que lavar los cubiertos. Frotar el tenedor y el cuchillo. Dejar que el agua les caiga por los ojos, por las orejas, por el cuello. Hay que juntarlos. Mezclar sus cuerpos y observar como es que se bañan juntos. Echar a los dos sobre un secador y hacerles creer que es su toalla. Una toalla para dos, por eso el tamaño. Luego guardarlos y esperar que olviden la ducha.

Hay que ponerse las medias. Y para ponérselas tiene que sacárselas. Antes de dormir, una vez tapado, no la piense dos veces. Quíteselas. Quíteselas con los pies. Y déjelas dormir ahí, al lado.
En la mañanita, sin abrir los ojos, tantee. Toque sus piernas, sus pies, sus dedos. Repase los bordes hasta encontrarlas. Y póngaselas. Solo después abra los ojos. Va a ver que distinto es el día.



No hay que mentir
ni hay que mentirse.

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