miércoles, 24 de octubre de 2007

...

Con tu ultima frase nadando en mi memoria a corto plazo. miré al cielo dos veces más, y vi un par de nubes que avanzaban hacia tu lado, hacia la derecha.
Ahora ten, me dijiste. Me pusiste una coca en las manos. Te quise robar una sonrisa: Y ahora nine, Y ahora eight” te dije. Pero la sonrisa te la comiste todita. Te mire de reojo.
Te pusiste boca arriba, pegaste tus manos contra las mías. Yo me deje, porque me moría por tus manos.
Apretamos los ojos y escuchamos juntos, por ultima vez, el sonido que se escapa al abrir una gaseosa. Duro un instante, y de ahí todo fue como un final, con un fin.
Y jure, pero sin jurar, porque fue nada mas que un presagio, que era como nuestra ultima gaseosa juntos, o no, mejor dicho, la ultima vez que abríamos una juntos siendo nosotros esos otros tan cómplices. Esos que doblando la esquina se roseaban una sonrisa.
Y luego me dije que el sonido era hermoso, como casi todo esa tarde lo era. Y tu también. Pero tú eras hermoso como las palomas, como esa paloma que se fue a volar tras una nube para que yo no la viera. O para ya no verme.